Los turistas estadounidenses no pueden salvar a Grecia, España e Italia
Los países europeos dependientes del turismo necesitan que sus visitantes habituales estén más cerca de casa.
Es el sueño americano para el atribulado sector turístico europeo. El domingo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró al New York Times que los turistas estadounidenses totalmente vacunados podrían visitar el bloque este verano.
Pero Estados Unidos representa una proporción ínfima de los viajeros a países dependientes del turismo como Grecia, España, Portugal e Italia. Para evitar otra temporada de vacaciones perdida para estas naciones, se necesita una reapertura total de los viajes intraeuropeos. Y eso aún parece lejano.
La perspectiva de que los turistas estadounidenses vengan a Europa es sin duda un paso en la dirección correcta. Los estadounidenses están deseando volver a viajar y los alquileres nacionales de verano se han reservado rápidamente. Algunos podrían verse tentados a cambiar su escapada a Cape Cod por un viaje a Capri. Los viajeros estadounidenses supondrían un impulso para las economías locales del continente y para los grupos hoteleros internacionales, como Marriott International Inc, InterContinental Hotels Group Plc y Accor SA.
El restablecimiento de los vuelos transatlánticos también ayudaría a aerolíneas como Virgin Atlantic y British Airways (parte de International Consolidated Airlines Group SA). No sólo representan una gran parte de la capacidad de las compañías tradicionales, sino que los vuelos entre Europa y Norteamérica son muy rentables. La caída de los vuelos de larga distancia es una de las razones por las que las acciones de IAG, Deutsche Lufthansa AG y Air France-KLM han quedado rezagadas respecto a las de los especialistas en vuelos cortos de bajo coste, como Ryanair Holdings Plc.
Sin embargo, no está claro cuántos estadounidenses querrán, o podrán, viajar a Europa. La semana pasada, el Departamento de Estado de EE.UU. emitió avisos de «No viajar» para cerca del 80% de los países del mundo, incluidos muchos de Europa.
Sin embargo, el mayor problema para el bloque es que la mayoría de los turistas que visitan Francia, Grecia, Italia, Portugal y España durante sus temporadas altas de verano proceden de otros países de Europa occidental, según Richard Clarke, analista de Bernstein. Los estadounidenses son más propensos a reservar vacaciones en los centros turísticos más cercanos del Caribe que en los destinos del Mediterráneo.
Para que el turismo europeo se recupere de verdad, es necesario levantar las restricciones en los países que son grandes exportadores de veraneantes, como Gran Bretaña y Alemania.
El Reino Unido ha anunciado un sistema de semáforo, en el que los británicos podrán viajar a los países «verdes» sin necesidad de pasar la cuarentena a su regreso. Las llegadas desde zonas de mayor riesgo, designadas «ámbar» y «rojo», estarán sujetas a restricciones más estrictas. Se espera que el gobierno anuncie más detalles la próxima semana, lo que podría abrir los viajes internacionales a partir del 17 de mayo. Pero los detalles serán importantes: Los países de la lista ámbar seguirán siendo incómodos y costosos para muchas familias, ya que los que lleguen tendrán que estar en cuarentena durante 10 días y someterse a múltiples pruebas Covid.
En Alemania no existe una prohibición absoluta de viajar, pero la situación tampoco es clara. Por ejemplo, aunque los alemanes pueden visitar la isla de Mallorca, se les desaconseja ir de vacaciones a Grecia. Por ello, algunos países están tomando cartas en el asunto. A partir de mediados de mayo, Grecia se abrirá por completo al turismo para quienes se hayan vacunado o hayan dado recientemente negativo en las pruebas del virus.
Of course, this tentative unlocking could be undone by new Covid variants and measures to prevent new waves of infections from countries such as India. U.K. Health Secretary Matt Hancock last month raised the possibility of Brits needing a third dose of vaccines, to protect against new strains, before being able to travel internationally. Such a plan would stop the rapidly approaching travel season in its tracks.
It may be a rare glimmer of hope, but an American vacation invasion won’t be enough to save the European summer.