Pasó tres años y ocho meses entre rejas por su participación en el fallido intento de independencia de Cataluña en 2017. Pero Jordi Cuixart dice que no se arrepiente, días después de ser indultado por España.
Uno de los nueve líderes separatistas catalanes liberados el miércoles como un gesto de «reconciliación», Cuixart dice que la rama de olivo no resolverá la crisis separatista en esta rica región del noreste de España.
«Estos indultos no reflejan la voluntad de resolver el conflicto político», afirma este hombre de 46 años que dirige Omnium Cultural, uno de los mayores grupos independentistas de la región.
En declaraciones a la AFP, Cuixart señaló que las críticas generalizadas a su encarcelamiento por parte de ONGs como Amnistía Internacional fueron un factor que contribuyó a la liberación de los separatistas, pero dijo que lo que inclinó la balanza fue que «nuestra permanencia en prisión estaba creando problemas al Estado español».
Cuixart fue detenido el 16 de octubre de 2017 tras una manifestación frente a un edificio del gobierno regional durante la cual se destruyeron varios vehículos policiales.
En 2019 fue condenado a nueve años de prisión por sedición.
‘No se arrepiente’
La imagen de Cuixart dirigiéndose a los manifestantes mientras se sube a un vehículo policial sigue siendo una de las imágenes perdurables del fallido intento de independencia que desencadenó la peor crisis política de España en décadas.
Los presos cumplían entre 9 y 13 años cada uno por su papel en la celebración de un referéndum prohibido por los tribunales españoles y que se vio empañado por la violencia policial.
Varias semanas después, el parlamento regional separatista de Cataluña hizo una efímera declaración de independencia, lo que llevó a Madrid a destituir al gobierno regional y suspender su autonomía.
Después de reflexionar mucho durante su estancia en prisión, Cuixart dice que no se arrepiente de casi nada.
«No me arrepiento de nada, salvo de la violencia que se ejerció (por parte de la policía) sobre los ciudadanos de a pie», dijo, culpando al Estado español de todos los disturbios.
Otros han sido algo más autocríticos.
Oriol Junqueras, subjefe del gobierno catalán en el momento de la crisis y el preso que cumple la condena más larga de 13 años, admitió recientemente que los separatistas cometieron errores en 2017.
Aun así, Cuixart cree que las conversaciones entre Madrid y la cúpula separatista de Cataluña, que se reanudarán en breve, pueden acabar siendo un «punto de inflexión».
«No veo que la sociedad española esté preparada para avanzar en la autonomía, pero los políticos tienen la responsabilidad de dialogar», afirma Cuixart, que luce barba poblada y lleva el pelo rizado.
Ferviente defensor del derecho de autodeterminación, una de las principales reivindicaciones de los separatistas, es consciente, sin embargo, de que el Gobierno central sigue oponiéndose rotundamente a esa idea.
«Lo conseguiremos».
Aunque echa de menos a sus hijos, el más pequeño de los cuales nació mientras él estaba entre rejas, Cuixart dice que guarda buenos recuerdos de la cárcel, aunque estaba recluido en régimen semiabierto y podía salir regularmente.
Ahora, totalmente libre, disfruta de sus primeros días de verdadera libertad en un pequeño pueblo a unos 100 kilómetros al oeste de Barcelona, donde su familia tiene una casa y donde todos los lugareños le reconocen, ya que su rostro es muy conocido en la sociedad catalana.
Dice que su paso por la cárcel le ha hecho más fuerte.
«Querían que lo perdiera todo, pero lo único que perdí fue el miedo. No tengo miedo al Estado español», dijo desafiante.
«¿Tendremos algún día una República Catalana? Si eso es lo que quieren los catalanes, es muy probable que ocurra algún día»