Nicaragua arremete contra el ministro de Asuntos Exteriores de España en un airado ataque
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de junio – El gobierno de Nicaragua lanzó el sábado un duro ataque contra España y su ministra de Relaciones Exteriores, alegando injerencia de Madrid en sus asuntos y actitudes imperialistas hacia el país centroamericano.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Nicaragua, en una carta de cuatro páginas dirigida a Arancha González Laya, la acusó de hacer «declaraciones ofensivas» sobre Nicaragua y el presidente Daniel Ortega, y de «mostrar una ignorancia atrevida y una ferocidad impropia de la diplomacia».
La carta no especifica qué comentarios habían ofendido al gobierno de izquierdas de Nicaragua.
En las últimas semanas, el gobierno español había instado a Nicaragua a liberar a destacados líderes de la oposición que habían sido detenidos en el marco de una amplia represión del gobierno de Ortega antes de las elecciones presidenciales de noviembre.
«Rechazamos el texto de la carta. No vamos a alimentar polémicas que distraigan de lo fundamental», dijo una fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, que declinó ser nombrada.
«Lo que está en cuestión es la gravísima situación de los derechos humanos en Nicaragua y su impacto en el próximo proceso electoral. No nos vamos a distraer y seguimos trabajando en ambos objetivos», añadió la fuente el domingo.
El gobierno de Ortega ha detenido a una veintena de opositores políticos, entre los que se encuentran cinco aspirantes a la presidencia, de cara a la votación en la que el líder, que lleva mucho tiempo en el poder, se presentará a un cuarto mandato consecutivo.
El enfrentamiento supone un brusco cambio en las cordiales relaciones de los últimos años entre Nicaragua y España, dirigida por el gobierno socialista del presidente Pedro Sánchez.
Estados Unidos y muchas potencias occidentales han criticado la represión, advirtiendo que la democracia estaba amenazada por la medida de Ortega de detener a todos sus opositores políticos.
También han criticado a la embajadora de España en Nicaragua, María del Mar Fernández-Palacios Carmona.
Fernández-Palacios era «sólo un pálido reflejo de una política injerencista, entrometida, mal educada, consentida, caprichosa, desvitalizada y servil», sumisa a Estados Unidos, decía la carta.
La carta también destaca los crímenes cometidos por las administraciones coloniales cuando España controlaba la zona desde el siglo XVI hasta la independencia de Nicaragua en 1821, y a los pueblos indígenas de América Latina.
Aunque Ortega saca a menudo a relucir el imperialismo en sus discursos, suele dirigirlo a Estados Unidos.