España

‘Indignados’: Los españoles que iniciaron las protestas de «ocupación

Han pasado 10 años desde que un grupo de españoles enfadados por la crisis económica sacó su furia a la calle, ocupando plazas públicas en una nueva forma de protesta que caló en todo el mundo.

El 15 de mayo de 2011, bajo un cielo azul y despejado, miles de personas se reunieron en la Puerta del Sol de Madrid y acamparon, negándose a moverse durante semanas en una protesta masiva contra el desempleo, la corrupción y la falta de vivienda.

Llamándose a sí mismos «los Indignados», su protesta llegó a los titulares de todo el mundo.

Y una década después, las imágenes de esas decenas de miles de manifestantes acampados en favor de un mundo mejor siguen capturando la imaginación.

Entre ellos había jóvenes, pensionistas, desempleados, pero también personas con trabajo, todos reunidos en tiendas de campaña improvisadas, durmiendo sobre cajas de cartón en una especie de pueblo alternativo improvisado.

«Sin la crisis de 2008, el movimiento no habría existido», dice Pablo Gallego, fundador de ¡Democracia Real Ya!, un colectivo que participó en la organización de las protestas del 15M.

Ese día, con una tasa de paro que superaba el 20%, miles de personas salieron a las calles de todo el país tras una ola de indignación en las redes sociales, explica Klaudia Álvarez, coautora junto a Gallego de un libro sobre el movimiento, titulado: «Nosotros, los indignados».

«La explosión de quejas individuales en las redes sociales demostró que lo que te pasaba a ti también le pasaba a los demás», afirma.

Alimentadas por las redes sociales, las protestas tuvieron una estructura horizontal, descentralizada y sin un líder identificable, y se desarrollaron sin la participación de sindicatos o partidos políticos.

«El movimiento no tenía etiqueta… pero era muy político», subrayó Pablo Gallego, recordando «con mucha ternura» este momento «romántico» por el que «esta gente que nunca había sido militante y se manifestaba».

Sus reivindicaciones eran de carácter idealista, denunciando los excesos del capitalismo, la precariedad laboral y un sistema electoral que favorecía a los grandes partidos.

«El movimiento era apartidista y no estaba vinculado a los sindicatos, pero era muy político», señala Gallego, que recuerda los primeros tiempos del movimiento «con mucho cariño».

«Era muy emotivo… se manifestaba gente que no era activista».

-Un mar de manifestantes –

«Somos el pueblo», coreaban mientras bloqueaban el desalojo de familias endeudadas, denunciando la austeridad impuesta por la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo mientras España se veía atenazada por un desempleo récord que afectaba a la mitad de los menores de 25 años.

Y se organizaron en las redes sociales a través de una campaña lanzada simultáneamente por 80 personas en Twitter, «creando un trending topic» que llamó la atención de los medios de comunicación, recuerda Francisco Jurado, abogado de 38 años y antiguo activista de Indignado.

Óscar Rivas, de 48 años, recuerda que la Puerta del Sol de Madrid estaba cubierta por un mar de gente que adoptó una nueva forma de comunicarse: manos en alto para simbolizar los aplausos, brazos en espiral para ir en círculo y brazos cruzados para expresar la disconformidad.

Avergonzado por esta protesta tan extendida, el gobierno socialista de entonces no se movió para desalojar las plazas, permitiendo que la «revolución española» se intensificara.

A mediados de junio, los manifestantes habían recogido sus campamentos, pero juraron que no serían silenciados.

Y su nueva forma de protesta se extendió rápidamente más allá de España, inspirando el movimiento Occupy Wall Street en Nueva York y otros movimientos similares desde Francia hasta Grecia.

En España, el movimiento inspiró la creación de Podemos, un partido de extrema izquierda y antiausteridad que irrumpió en la escena política en enero de 2014.

Creado por un puñado de universitarios, se convirtió rápidamente en la tercera fuerza política del país, rompiendo tres décadas de hegemonía bipartidista de los socialistas y el derechista Partido Popular.

En enero de 2020, Podemos entró en el Gobierno con su líder Pablo Iglesias, antiguo activista de Indignados, nombrado vicepresidente del Gobierno.

«Las reivindicaciones del movimiento 15M eran muy diversas, pero respaldadas por casi todos los partidos de España», dijo Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid, indicando que las protestas eran el resultado de «una desilusión generalizada con la política tradicional».

«Es un fenómeno que ha politizado a toda una generación de españoles, sobre todo a los nacidos en los años 80 y posteriores».

Y 10 años después, el panorama ha cambiado.

Aunque Iglesias acaba de anunciar su dimisión de la política tras un revés electoral en Madrid, los activistas de la Puerta del Sol creen que fue su acción la que preparó el terreno para las protestas masivas contra el cambio climático y las enormes concentraciones en apoyo del feminismo.

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