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España 5-3 Croacia: De lo ridículo a lo sublime, el equipo de Luis Enrique se clasifica para los cuartos de final

En los libros de récords figurará que España venció a Croacia en los octavos de final de la Eurocopa. Este hecho no es ni siquiera el comienzo de la historia de una noche extraordinaria.

En ella hubo de todo, desde lo sublime hasta lo ridículo. Después de dos horas de espectáculo, dramatismo y ocho goles, fue el equipo de Luis Enrique el que pudo celebrar y respirar aliviado.

Pablo Sarabia, César Azpilicueta y Ferrán Torres consiguieron los goles que finalmente no fueron suficientes para asegurar la victoria. Álvaro Morata y Mikel Oyarzabal consiguieron los que aseguraron el pase a cuartos de final.

En un mundo ideal, el Ejército de Tartán habría estado animando al equipo de Steve Clarke en Copenhague. Sin embargo, pudieron sintonizar uno de los partidos del torneo y maravillarse con la emoción, la pura locura, de todo ello.

Se intuía que el primer gol iba a llegar, pero no se intuía que fuera a dar lugar a un empate tan alucinante como el que se vivió en los momentos de magia y locura.

Nadie en el estadio Parken habría creído cómo se rompería el empate. ¿Qué hacía el portero Thomás?

Pedri fue el desafortunado cuyo nombre se acreditará con el gol en propia puerta, pero fue el portero Unai Simón el que quedó avergonzado. En las circunstancias más notables, España se vio de repente en desventaja.

Simón tuvo que pedir perdón. Toda la culpa debía recaer en el portero de 24 años, incluso si se puede tener en cuenta el giro del balón y el patinaje de la superficie.

Con la vista puesta en el siguiente pase y en el siguiente ataque español, el fallo de concentración de Simon resultó costoso. Inició una carrera de recuperación una vez que el balón había eludido su bota derecha, pero sólo dio un paso antes de darse cuenta de que estaba persiguiendo una causa perdida.

Croacia no sólo se había afianzado en el partido, sino que también se había animado y Ante Rebic, Nikola Vlasic y Mateo Kovacic estuvieron a punto de doblar la ventaja de un equipo que se había adelantado en el marcador a pesar de no haber disparado a puerta.

España estuvo a punto de marcar en un par de ocasiones -y Koke y Morata debieron hacerlo- durante un brillante comienzo. Cuando el portero croata Dominik Livakovic fue batido, no pudieron quejarse.

El gol se debió en gran medida a la perseverancia de España, que bloqueó los disparos y mantuvo vivo el balón. Finalmente, el balón llegó a Sarabia y el remate desde el interior del área fue contundente, ya que el balón se coló en el techo de la red para dar a España la plataforma que necesitaba para la segunda parte.

No tardaron en aprovecharlo. Los aficionados situados detrás de la portería, a la izquierda, ya habían visto un momento inesperado y pronto presenciarían otro, cuando Azpilicueta cabeceó desde seis metros para abrir su cuenta con su país.

Puede que la desventaja sólo fuera de uno, pero parecía un largo camino para Croacia ante un equipo español que sólo había concedido una vez -en el empate con Polonia- durante sus tres partidos en el Grupo E. Sin embargo, esa línea defensiva alta estaba ahí para ser explotada.

Simon salvaría inteligentemente a Josko Gvardiol -de nuevo titular en el lateral izquierdo, ya que el defensa del Rangers Borna Barisic se perdió por completo- en el primer palo. Otro buen bloqueo, esta vez de Andrej Kramaric, resultó inútil al levantarse tardíamente la bandera de fuera de juego.

En ese momento, parecía que no iba a importar. La rapidez de los españoles y la desorganización de los croatas permitieron a Torres aprovechar la ocasión y batir a Livakovic desde seis metros tras sortear a Gvardiol en la banda izquierda.

Eso debería haber sido todo, pero Mislav Orcic remató el balón a bocajarro -lo confirmó el árbitro Cüneyt Çakır mientras señalaba repetidamente su reloj- y Croacia tuvo fe, y tiempo. Todos los ojos estaban puestos en el árbitro una vez más.

A falta de unos segundos, la remontada era completa. Mario Pašalić fue el hombre que mantuvo vivo el sueño, ya que su cabezazo batió a Simon y provocó salvajes escenas de celebración entre los ruidosos seguidores rojos, blancos y azules.

Los de rojo y amarillo se quedaron atónitos, pero España no tenía por qué preocuparse. Para cuando se reagruparon en el descanso de la prórroga, su pase a los cuartos de final estaba asegurado.

El cuarto gol fue obra de Morata. Su primer toque amortiguó el balón, y el segundo lo envió por encima de un impotente Livakovic, mientras las deficiencias defensivas de Croacia quedaban expuestas una vez más.

Cuando Dani Olmo las explotó por quinta vez apenas unos segundos después, esta vez no hubo posibilidad de una recuperación milagrosa. Un centro desde la derecha encontró a Oyarzabal y el delantero de la Real Sociedad haría el resto con un genial remate para ampliar la ventaja española.

Una que esta vez no perdieron. Puede que haya tardado media hora más de lo que se esperaba y era necesario, pero al final España lo consiguió.

Por fin el resultado podía ser inamovible. La historia de éste sobrevivirá a la prueba del tiempo.

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